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Foto del escritorSuore di Santa Marta

AMISTAD

En verdad, la inmensa lección que se consume pocos días antes de la Pascua en casa de Marta, María y Lázaro es la prefiguración de ese “desperdicio” que será la muerte de Jesús en la cruz. Él es el cántaro lleno del buen perfume del Amor del Padre que, roto en la muerte, esparcirá el perfume de la misericordia de Dios por el mundo y por la historia. Es el derroche de la gratuidad. L. M. Epicoco

El Evangelio de hoy nos presenta a Jesús, en un hogar acogedor, rodeado de afecto y amistad.

Está feliz de hacerlo aunque sabe que en pocos días sufrirá y será crucificado. No transmite su angustia y preocupaciones a los demás.

En sus últimos días, Jesús está a merced de los que lo aman y de los que quieren matarlo.

Entremos en aquella casa de Betania, pongámonos a sus pies, ofrezcámosle algo, hablemos un poco con él, hagámosle compañía...



Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 12, 1-11

Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado. Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales.

María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume.

Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: “¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?” Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella.

Jesús le respondió: “Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre”.

Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado. Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él. Palabra del Señor.

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