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INDIFERENTES

Hoy la Palabra de Dios nos confronta con dos figuras que muy bien pueden ser situaciones de vida presentes en nuestra sociedad. ¿Cómo vivir esta Palabra? ¿Cómo reacciona mi corazón? ¿Qué acciones debo tomar hoy para mejorar mi camino de Cuaresma? El Evangelio nos da varios elementos de reflexión, pero detengámonos y confrontémonos con la actitud del rico hacia el pobre Lázaro.

Leyendo con atención notamos que el rico no maltrata, no humilla al pobre Lázaro… simplemente lo ignora, para él es invisible. En las relaciones humanas lo más terrible es la indiferencia, lo opuesto al amor. ¿Y queremos pasar nuestras vidas así? ¡Nuestra única vida!

Un bien precioso que hay que hacer fructificar para que se convierta también en bendición para los que viven junto a él; nuestra vida es buena, es un bien continuo y alguien verdaderamente nos bendecirá por habernos conocido!

En cada elección exigente siempre tenemos salidas de emergencia. En cambio, la muerte nos obliga confiar totalmente en Dios. Cardenal Carlo Maria Martini

Has recibido tus bienes en vida y Lázaro recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 16, 19-31

Jesús dijo a los fariseos:

Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas.

El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado.

En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él.

Entonces exclamó: “Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan”.

“Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí”.

El rico contestó: “Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento”.

Abraham respondió: “Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen”.

“No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán”.

Pero Abraham respondió: “Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán”. Palabra del Señor.

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