La vida cotidiana está hecha de pequeñas elecciones, algunas conscientes, meditadas, rezadas, consultadas, porque se consideran fundamentales en el camino. Otras, en cambio, nos parecen obvias, indiferentes. Incluso en algunos momentos sentimos que nos convendría no tener que elegir, pero en la "no-elección" está la raíz de nuestro descontento, ¡y somos conscientes de ello!
La liturgia nos ofrece hoy la posibilidad de confrontarnos con este aspecto de nuestra vida que contiene en sí mismo el don precioso de la libertad.
De hecho, la primera lectura de hoy nos presenta el Pueblo de Israel que apenas liberado es puesto de frente a una constatación: la vida o la muerte está en tus manos.
Apenas ha iniciado el camino cuaresmal e inmediatamente sentimos una llamada a la responsabilidad personal, ¡no hay excusas!
Dediquemos hoy un tiempo a la meditación personal, dejémonos tocar el corazón y, mirando nuestras elecciones diarias preguntémonos cómo vivimos la libertad que se nos ha dado.
¡Oremos por nuestros hermanos que no pueden elegir!
¡Buen día!
Prima Lettura
Yo pongo delante de ustedes la bendición y la maldición.
Lectura del libro del Deuteronomio (30, 15-20)
Moisés habló al pueblo diciendo:
Hoy pongo delante de ti la vida y la felicidad, la muerte y la desdicha. Si escuchas los mandamientos del Señor, tu Dios, que hoy te prescribo, si amas al Señor, tu Dios, y cumples sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, entonces vivirás, te multiplicarás, y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde ahora vas a entrar para tomar posesión de ella.
Pero si tu corazón se desvía y no escuchas, si te dejas arrastrar y vas a postrarte ante otros dioses para servirlos, yo les anuncio hoy que ustedes se perderán irremediablemente, y no vivirán mucho tiempo en la tierra que vas a poseer después de cruzar el Jordán.
Hoy tomo por testigo contra ustedes al cielo y la tierra: yo he puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, y vivirás, tú y tus descendientes, con tal que ames al Señor, tu Dios, escuches su voz y le seas fiel. Porque de ello depende tu vida y tu larga permanencia en la tierra que el Señor juró dar a tus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob.
Palabra de Dios.
Evangelio
El que pierda su vida por mí la salvará.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas (9, 22-25)
Jesús dijo a sus discípulos:
“El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día”.
Después dijo a todos: “El que quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si se pierde o se arruina a sí mismo?”
Palabra del Señor.
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