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Martes de la primera semana de Cuaresma

Hoy estamos invitados a hacer un ejercicio de esencialidad. A realizar un acto de confianza en el Señor, que al revelarnos que cada una de sus palabras tiene un efecto en nuestro camino, nos invita a orar como un niño le habla a su padre: no hay necesidad de palabras difíciles, de largas conversaciones que te permitan conseguir lo que quieres, basta confiar en Aquel que nos cuida.

El pasaje del profeta Isaías nos permite centrar nuestra atención en el modo de actuar de Dios, imperceptible pero lleno de novedad. Nos hace bien recordar que quienes escuchaban al profeta no pensaban en la lluvia como estamos acostumbrados a considerarla en nuestra vida cotidiana: en el desierto, la lluvia está en el origen de grandes milagros, de transformaciones inimaginables. La Palabra de Dios es como la lluvia y la nieve: ¡obra maravillas en nosotros!

Hoy podemos dedicar un poco de nuestro tiempo a la meditación personal, dejando que el Señor sacie la sed de nuestro corazón. Pero sobre todo gustemos las palabras del Padre Nuestro tal como nos las ha dado.


PRIMERA LECTURA

La palabra que sale de mi boca realiza todo lo que Yo quiero.

Lectura del libro de Isaías 55, 10-11


Así habla el Señor:

Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar, para que dé la semilla al sembrador y el pan al que come, así sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que Yo quiero y cumple la misión que Yo le encomendé.

Palabra de Dios.

 

EVANGELIO

Ustedes oren de esta manera.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 6, 7-15

Jesús dijo a sus discípulos:

Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre de ustedes que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.

Ustedes oren de esta manera:

Padre nuestro,

que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,

que venga tu Reino,

que se haga tu voluntad

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.

No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.

Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.

Palabra del Señor.

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