La lectura del profeta Isaías nos invita con determinación a cambiar nuestra forma de actuar: se nos recuerda que los signos de la verdadera conversión hay que buscarlos en las relaciones.
El Evangelio, al compararnos con los escribas y los fariseos, nos recuerda que esta conversión no puede ni debe responder a condicionamientos externos, ni a lo que otros puedan decir de nosotros. ¡No! El cambio que estamos llamados a hacer deve moverse gracias al amor recibido gratuitamente. Así no tiene importancia si hay alguien que pueda juzgarnos para bien o para mal.
Hoy examinemos las motivaciones de nuestras acciones, preguntémonos con verdad y valentía por Quién hacemos todo y donde descubrimos poca libertad pidámosle al Señor que toque nuestro corazón.
PRIMERA LECTURA
Aprendan a hacer el bien. Busquen el derecho.
Lectura del libro de Isaías 1, 10. 16-20
¡Escuchen la palabra del Señor, jefes de Sodoma!
¡Presten atención a la instrucción de nuestro Dios, pueblo de Gomorra!
¡Lávense, purifíquense, aparten de mi vista la maldad de sus acciones! ¡Cesen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien! ¡Busquen el derecho, socorran al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan a la viuda!
Vengan, y discutamos -dice el Señor-.
Aunque sus pecados sean como la escarlata, se volverán blancos como la nieve; aunque sean rojos como la púrpura, serán como la lana.
Si están dispuestos a escuchar, comerán los bienes del país; pero si rehúsan hacerlo y se rebelan, serán devorados por la espada, porque ha hablado la boca del Señor.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
No hacen lo que dicen.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 23, 1-12
Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:
Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.
Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar "mi maestro" por la gente.
En cuanto a ustedes, no se hagan llamar "maestro", porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen "padre", porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco "doctores", porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.
El mayor entre ustedes será el que los sirve, porque el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.
Parola del Signore.
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