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MIEDO

El terrorismo del miedo siempre funciona. Si quieres conseguir algo no tienes que dar una razón válida, sino un miedo válido para que incluso dejes de razonar para resolver el miedo. Es con este tipo de estrategia que la idea cada vez más fuerte de matarlo se abre paso en los contemporáneos de Jesús. L. M. Epicoco

Leyendo el Evangelio de hoy podemos captar que la finalidad de la muerte de Jesús es acabar con toda problemática relacionada con la forma en que se presenta esta "revolucionario" pero, si lo pensamos bien, es demasiado poco frente a la verdadera fuerza de su muerte.

Vemos cómo básicamente los jefes de los sacerdotes y los fariseos "saben" cómo comportarse con este Jesús, que había venido a perturbar un orden claro, comprensible, donde cada uno tenía su lugar. Así el sumo sacerdote quiere salvar a sí mismo y sus intereses, al contrario Cristo, en lugar de "conservar" su propia vida, se da a sí mismo gratuitamente, aportándonos la salvación eterna.

Mañana "entramos" con Jesús en su pasión, tratemos de encontrar un momento de silencio para meditar estos días de gracia y dejar espacio a la alegría pascual.


Para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 11, 45-57

Al ver que Jesús había resucitado a Lázaro, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en Él. Pero otros fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho.

Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron un Consejo y dijeron: “¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. Si lo dejamos seguir así, todos creerán en Él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y nuestra nación”.

Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: “Ustedes no comprenden nada. ¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?”

No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación, y no solamente por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos.

A partir de ese día, resolvieron que debían matar a Jesús. Por eso Él no se mostraba más en público entre los judíos, sino que fue a una región próxima al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí permaneció con sus discípulos.

Como se acercaba la Pascua de los judíos, mucha gente de la región había subido a Jerusalén para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros en el Templo: “¿Qué les parece, vendrá a la fiesta o no?” Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno conocía el lugar donde Él se encontraba, lo hiciera saber para detenerlo. Palabra del Señor.


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