Quien tiene una auténtica vida espiritual nunca se siente superior a los demás, sino que siente crecer en su interior una gran compasión que le hace sentirse en profunda comunión con todo y con todos, incluso con lo que está muy lejos de él. L. M. Epicoco
Llegamos al final de la tercera semana de Cuaresma, y las celebraciones pascuales se acercan cada vez más, el Evangelio de hoy nos invita a mirar dentro de nosotros mismos, a escuchar nuestra voz interior.
Nos hará bien tomarnos el tiempo para discernir los sentimientos dentro de nosotros mientras oramos. A veces podemos creer que le estamos "haciendo un favor a Dios", otras veces nos "avergonzará" acercarnos a Él.
En definitiva, la invitación de hoy es mirarnos a nosotros mismos con los ojos de Dios, y nos daremos cuenta de que Él escucha el corazón del humilde no sólo las palabras pronunciadas sino también lo que teme preguntar. La humildad es el camino a seguir en nuestro camino espiritual y de conversión.
El publicano volvió a su casa justificado.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 18, 9-14
Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús dijo esta parábola:
Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así: “Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas”.
En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!”
Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado. Palabra del Señor.
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