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REALMENTE LIBRES

La ley de la libertad no es otra que la ley de la caridad. (San Agustín)

Nuestra libertad como hijas e hijos de Dios está siempre ante nosotros, como don, como promesa. Sólo podemos vivirla juntos, en reconocimiento de la alteridad de quienes nos interpelan. La libertad es participación, porque "no soy libre si tú no lo eres".

En la perseverancia en la escucha de la palabra de Cristo, que es un proceso continuo de revelación de la realidad de Dios, de nosotros mismos y de los demás, brota de nosotros la libertad como don compartido. La fidelidad a la realidad es la sal que nos protege de las mistificaciones, del entusiasmo superficial, de la pretensión de tener la verdad o una receta ajena.


Si el Hijo los libera serán realmente libres.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 8, 31-42

Jesús dijo a aquellos judíos que habían creído en Él: “Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos: conocerán la verdad y la verdad los hará libres”.

Ellos le respondieron: “Somos descendientes de Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir entonces: ‘Ustedes serán libres’?”

Jesús les respondió:

“Les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado.

El esclavo no permanece para siempre en la casa; el hijo, en cambio, permanece para siempre. Por eso, si el Hijo los libera, ustedes serán realmente libres.

Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham, pero tratan de matarme porque mi palabra no penetra en ustedes.

Yo digo lo que he visto junto al Padre, y ustedes hacen lo que han aprendido de su padre”.

Ellos le replicaron: “Nuestro padre es Abraham”.

Y Jesús les dijo:

“Si ustedes fueran hijos de Abraham, obrarían como él.

Pero ahora quieren matarme a mí, al hombre que les dice la verdad que ha oído de Dios.

Abraham no hizo eso. Pero ustedes obran como su padre”.

Ellos le dijeron: “Nosotros no hemos nacido de la prostitución; tenemos un solo Padre, que es Dios”.

Jesús prosiguió:

“Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque Yo he salido de Dios y vengo de Él. No he venido por mí mismo, sino que Él me envió”. Palabra del Señor.

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